Un poco de ropa de recambio, las 4 cosas imprescindibles, un buen montón de recuerdos y muchas ilusiones en la mochila. No sé realmente cual era el motivo de esta chica para iniciar su viaje, si la búsqueda de un lugar mejor para ganarse la vida, si la curiosidad por conocer nuevos destinos, la necesidad de cambiar y dar un giro a su vida, … pero el inicio de ese viaje es muy parecido para todos ellos.
Al ver esta imagen me ha venido a la cabeza los veranos que iba a veranear al pueblo de mis padres, cuando la gente mayor se juntaba por las tardes en el bar del pueblo a echar la partida de cartas. Era la cita obligada de cada día.
Igual que la luz entra en las iglesias y catedrales por sus ventanas y grandes puertas, a la gente le pasa algo parecido y siente también una atracción por entrar en ellas. Ya sea por sus creencias, por la curiosidad que sienten por la arquitectura, la cultura o la religión, o simplemente buscando un lugar de calma y tranquilidad.
Dentro de la fotografía he hecho fotos de muchos tipos, pero la fotografía de paisaje nunca ha sido una de mis preferidos. Pero a veces viendo el trabajo de otros artistas surgen nuevas ideas y conceptos que te despiertan la curiosidad por temas que antes no la tenía. Y esta foto es el resultado de esa curiosidad.
Esta foto forma parte del Proyecto «Paisajes en movimiento» que muy pronto incluiré en la web.
¿Quién es está enjaulado y quien está libre? ¿El que está dentro o el que está fuera? ¿El que vive encerrado en si mismo perdido en mitad de la naturaleza? ¿O el que elige pasar su vida encerrado entre 4 paredes?
Los momentos de la vida cotidiana, que para muchos pueden parecer aburridos o sin interés, pueden darnos mucha información de las rutinas diarias y de la vida de un barrio o de una ciudad. Eso es lo que me atrae de la fotografía de calle,ese instante cualquiera.
Estamos acostumbrados a ver la realidad a través de nuestros propios filtros, esos que hemos ido adquiriendo a lo largo de los años con la experiencia, la rutina o la pereza por curiosear. A menudo sin pararnos a pensar que puede haber otras versiones de esa misma realidad, que pueden no parecerse. Y no está mal de vez en cuando pararse delante de esa realidad y volverla a mirar. Poniendo atención a lo que vemos, analizándolo con otros ojos o cuestionando si lo que vemos es lo que creímos ver.
Sam vuelve a aparecer. Y es que pasando tantas horas juntos, compartiendo casa, es normal que más de una vez sea el objetivo de mis fotos.
Muchas veces me pregunto si los gatos domésticos, que no suelen ver más que lo que hay entre las 4 paredes de casa, si no se aburrirán. Pero luego les ves en esta posición, y no da la impresión de estar muy aburridos.
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