Uno de los grandes placeres de salir con la cámara en mano un día de diario es el de callejear.
Me encanta perderme por las calles, por las plazas y parques, y observar la vida de la ciudad. El movimiento de gente, ajena muchas veces a la mayoría de las cosas que les rodea. Perdidos en sus pensamientos, en sus problemas y alegrías, en sus prisas. Y poder mezclarme en todo ese ajetreo y «robar» para mi esos pequeños momentos.
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